martes, 31 de mayo de 2011

Ni andaba muerta, ni andaba de parranda...

¡Una semana entera sin escribir! Es demasiado. Sufro de un bloqueo temporal (espero). Hay ocasiones en que tengo varios temas para incluir en el Blog. Y de pronto pasan 7 días en los que no encuentro algo que decir.

Y eso que soy mujer, siempre tenemos algo que comentar, seguro. De alguna manera hay que gastar nuestras 8000 palabras al día ¿no?, pero algo que valga la pena para que ustedes lean... es más complejo. Ya Chuy me ha acusado (iiiiii) de "abrir la compuerta" y echar la verborrea como va... Yo me justifico diciendo que así funciona el cerebro femenino.

También estuve un poco más ocupada con mis hijas. Al Bicho le llegó una tos repentina que no la deja dormir y, por consiguiente, no fue al kinder. Tenerla en casa dificulta los tiempitos "a solas" en los que me doy mis escapadas blogeras.

Así que los últimos días en la casa todo ha sido tos y mocos (ustedes disculpen).

A propósito de la tos, alguien podría decirme ¿por qué demonios los ataques son de madrugada? La criatura puede estar todo el día en su casa sin toser una sola vez, pero nomás la pone uno en la cama y empieza la maldición. Te levantas una vez, dos veces, tres veces... y luego ya terminas por perder la cuenta. Es más, antes solía revisar el celular para ver a qué hora me levantaba, ahora ya ni eso, prefiero no enterarme de cuánto no duermo.  

Lo anterior me lleva a revelarles la mayor ironía de la vida: cuando por fin llega la noche en que se duermen las dos niñas, profundas, sin despertar una sola vez, el virus gripiento decide hacerme una cordial visita que me mantiene despierta la mitad de la madrugada. Lo cual se traduce en una verdadera mentada. Si no les queda claro, pregúntenle a mi señor, que duerme a un lado mío y paga por mis malas noches ...

Como sea, las madres que tienen mayor experiencia dicen, seguramente lo has escuchado, que cuando tienes hijos jamás vuelves a dormir... así que ya ni me hago ilusiones. Mi cuñada Lupita me echa carrilla y dice que estoy pagando por toda la flojera que me eché en mi adolescencia-juventud. Pero eso no era flojera, era reposo por largas jornadas laborales... jiji.

El cansancio físico es desgastante, hay días que uno no sabe ni cómo se llama, así me dijo hoy una ahijada que tiene la misma cantidad de hijos que yo y casualmente de las mismas edades. Aún así, fatiga de por medio y todo, mi mamá asegura que yo apenas juego a la casita. Como quien dice, que todavía no empieza lo bueno. ¡Dios!

Enrique y Carmelita, amigos de la familia que tienen hijos adolescentes me han dicho que prefieren mis desveladas que las que se echan ellos ahora. Creo que los he visto recordar con cierta nostalgia lo que era estar despierto en la madrugada para cuidar fiebres o atender pesadillas. Ahora hay que quedarse despierto porque sus niñas se van al antro, tienen novio, salen de viaje, etcétera...

Creo que ya voy entendiendo a qué se refiere Teté con aquello de "jugar a la casita". Ya se ve que cada etapa tiene de alegrías y complicaciones. 

Lo curioso es anhelar que algún día termine. Pensar que cuando los hijos se vayan de la casa las cosas cambiarán... ahá. Pregúntenle a los abuelos. Hijos casados, nietos y siguen saliendo al quite. La chamba de padres no termina nunca, al menos mientras se está vivo...

Lo anterior no es para espantar a nadie. Todo lo contrario. Es más... echándole coco ¿a quién no le gusta ser necesitado? ¿o no mamás? Si de eso pedimos nuestra limosna. Éntrenle a la chambita. No hay nada más lindo que recibir abrazos de koala como paga cuando son pequeños. Las satisfacciones van siendo mayores conforme crecen, según me cuentan...

Yo por lo pronto espero con emoción que crezcan, aunque se vaya demasiado rápido. A veces le hemos dicho Chuy y yo a Ana Luisa que se quede así como es para siempre, pero conforme pasan los días la descubrimos más encantadora y a mi Mariana igual. 

Eso hace imposible no quererlas un poquito más cada día... Quienes tienen hijos saben que no miento, ni exagero. Quienes todavía no los tienen, espérense, y sabrán lo que es amar amar, sin condiciones ni medida.

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