La naturaleza y sus cosas...
Apenas ayer les platicaba de los pajaritos que tenemos en casa. Chuy me había comentado que ya los veía con ganas de volar. Tenía razón. Hoy por la mañana traían actitud más alborotada de lo normal.
A media mañana entra al estudio Rosario, mi empleada doméstica, con dos pajaritos en las manos y me dice: "se salieron del nido, uno ya voló, éstos no pueden, se dan contra la pared... ¿los ayudo?". Yo creo que pelé los ojos haciéndole saber que no tenía idea de cómo porque ella misma sugirió: "los aviento hacia arriba más allá a ver si se echan a volar".
La verdad tuve miedo por los pobres pajaritos. No sabía si eso les ayudaría o terminaría por aniquilarlos, pero la mujer fue criada en un rancho en el que todavía viven sus papás y donde sus hijos pasan las vacaciones. Además me ha comentado dos que tres cuidados de animales que me llevaron a confiar y decirle: "órale... va".
Pajarito uno salió disparado hacia arriba. Abrió sus alas y las agitó y agitó rapidísimo para levantar el vuelo. ¡Bien! le echábamos porras y toda la cosa.
Pajarito dos no corrió con la misma suerte. Ya habíamos detectado que batallaba más que los otros. Lanzado hacia arriba esperábamos el mismo movimiento de alas y ... ¡nada! al piso el pobre animalito. Intento 2. "¡Ándale, vuela!", le decía Rosario, mientras el pajarito le hacía frente a su segundo azotón.
"Más para allá, lo voy a lanzar en el parque (área verde frente a la casa), a ver si así...", y vimos que el pajarito levantó el vuelo, con un trabajo que le costó la vida.
Venía ya de regreso Rosario a la casa cuando vimos que dos pájaros de esos negros, grandes y horroros lo agarraron al vuelo y ¡lo tumbaron! Y no conformes con ello a picotearlo en el piso.
La mujer salió corriendo a espantar a los méndigos pajarotes y a traer de vuelta al pequeñín. ¡Le habían sacado un ojo! El pobre pajarillo venía sangrando.
Qué sensación más extraña. Sentí una pena horrible por él. Y me preguntaba ¿dónde está su mamá?, pensando humanamente que estando ella ahí tal vez la cosa sería distinta.
Intentamos ponerlo de nuevo en el nido. Pero se aventaba hacia afuera. Lo arrojamos una última vez a ver si volaba. Nada. Contra la pared. Una cosa triste. En serio se me encogía el corazón. Rosario me dijo que ese pajarito ya no viviría. Yo no tenía idea de qué hacer. Ella lo puso debajo de un árbol para dejarlo morir... Y así regresamos a las labores del día.
Al salir a recoger a Ana Luisa al kinder fui a revisar el lugar donde se había quedado. Ya no estaba. Yo quiero pensar que abrió sus alas y pudo volar. Chuy tiene otra versión, un tanto negra. En el fondo también pienso que pudo terminar de otra manera, no muy favorecedora. En fin. Nunca lo sabremos.
Dos de tres andan por ahí volando y viviendo. Son la mayoría. Pero ¿y ese pobrecito que se quedó en el camino... qué? Pesa, pesa mucho.
Eso con animales, pero ¿qué hace uno con los hijos que no tienen las mismas capacidades que los otros? No quiero convertirme en la mamá que los deja desarrollarse pensando que todos son iguales. Que todos pueden solos. Creo que es mi deber estar a un lado del pajarito que se queda sin ojo, pues, evidentemente, la vida le será más dura. Pero puede vivirla. Mostrándole cómo.
Ahora, tampoco quiero ser la mamá que hace más grandes las debilidades de los hijos al "ayudarlos", haciendo todo por ellos y dejándolos más incapacitados de lo que de verdad están. Siguiendo con la comparación aviar, no pretendo ser su ojo perdido, sino enseñarle a mirar con el ojo que le queda.
En 10 años de experiencia en el terreno de la educación de adolescentes he visto de todo. Cualquier cantidad de actitudes y formas de enfrentar las realidades propias de cada familia. He visto a padres cegarse y negarse a aceptar que sus hijos son "distintos". ¡Qué miedo dan esas palabras!: distinto, diferente, especial...
Chuy utiliza mucho una metáfora al respecto: "Hay gente que es jarra, hay gente que es vaso". Todos los padres queremos que nuestros hijos sean la jarra, llena, que vierte su contenido a los demás. Yo no sé qué serán mis niñas. Espero que en el Lomas del Real (http://www.ilr.edu.mx/) les toquen muy buenas preceptoras.
Si bien es cierto que no existe un "manual de padres" o "instructivo" para la sacar adelante a los hijos, también es verdad que la educación tiene mucho que ver con ciencia y no solo con "feeling" o "sentido común".
Como quien dice ¡a estudiar! Al final de cuentas todos quisiéramos sacar 10 en nuestra evaluación como padres... ¿o no?
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