Jamás pensé extrañar los calorones potosinos. Pero así es. Quiero mi verano soleado y asqueroso, ese que no deja dormir y que pone a Mariana de malas.
La verdad creo que si lo ando prefiriendo por encima de las 'tormentas aisladas' de tooodos los días. No hemos podido disfrutar el jardín... Buuu.
Quiero poderles poner a mis niñas un par de vestiditos veraniegos que les compramos Tete y yo... Si, extraño a San Luis.
Una semana hace desde que dejamos la vida allá. Ocho días y contando. La verdad, ni tan mal.
Fuera de que los abuelos de mis hijas se quedaron lejos, lo demás promete.
Ya habrá tiempo de contar los rollos de transición. Ahora escribo desde mi teléfono. Siii, por motivos de mudanza le bajé a mi señor mi Black Berry (muaja ja ja). Y, pese a que es muy práctica y ya la quiero, no me resulta lo más cómodo para bloggear.
Pero, como no tengo internet, les debo unas buenas historias de la vida que inicia en Puebla.
Por ahora suficiente con que sepan que mis hijas son felices y que con eso me alcanza para estar bien.
Como quien dice: todo en orden. Saludos!
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