¿Qué pasó con tu blog? me pregunta Marce Villalobos en Facebook. Y hasta me hizo el favor de comunicarme que lo extraña, cosa que agradezco profundamente.
Y ya... si no empieza a parecer discurso político y guácala de pollo.
¿Qué pasó? Pasó una niña que se soltó a caminar, y unos días de diciembre así como para echar al olvido, salvo por la visita a San Luis y fiestas navideñas que fueron un aliviane pedido a gritos. Al menos por mi.
Pongámoslo así: la primera quincena de diciembre me recordó que fue una buena idea dejar de trabajar para dedicarme a las tareas del hogar.
Hay veces que se junta todo, verdaderamente todo.
El escenario:
Niña 1 con ronchitas contagiosas que exigían cautiverio. Niña 2 con problemas de diarrea. Niña 1 combina su infección cutánea con el arranque de la temporada de mocos, que, evidentemente, contagia a la niña 2.
Llevaba un día haciéndome a la idea de que venía un encerrón épico con las dos criaturas, pues las ronchitas se desaparecen en un lapso de 8 a 10 días (¡graaacias!), cuando mi empleada del hogar me vino con la noticia de que traía infección el el oído. Jamás pensaría en poner a trabajar a alguien que necesita reposo, así que la mandé al médico y a su casa.
Eso sí, la infección no le impidió irse de peregrinación a la Villa el 12 de diciembre, cosa que la empeoró. Entiéndase: me dejó una semana (sí, sí, 7 días exactos) haciéndome garras con la casa y las niñas enfermas. (Insertar grito de terror, pánico y/o pavor aquí).
Evidentemente yo arañaba la fuga a San Luis con el mismo afán con el que el Real Madrid anhela ganarle al Barcelona, nomás pa que se den una idea. (Y soy Madridista, pero ni pa qué hacerse....)
Pasó diciembre y llegó enero. La semana pasada un capítulo menos trágico pero de tinte similar. Marido con fiebre, niñas con mocos y tos. Cancelación de planes y suministro marca diablo de medicinas. Es más, aún no termina, seguimos...
Ahora, si le preguntan a la gente que me conoce bien sobre mi memoria, les dirán que no es exactamente privilegiada. Olvido cosas con rapidez y facilidad (lo que me conviene, mejor dicho lo que no me conviene recordar). Pero en ésta ocasión hice un esfuerzo por mantener vivos los recuerdos de esos días no tan afortunados.
Hace días me hicieron una propuesta de trabajo que rechacé casi de inmediato, es más, me hicieron dos en un día. Sí, parece que el mundo laboral me llama. No les miento, me mueve el tapete, algunas cosas más que otras. Pero pensando en una semanita como la de diciembre creo que tomé la decisión correcta.
Solo de pensar en resolver el panorama anterior se me ponen los pelos de punta.
Se lo dije a una amiga, es verdad que hay tareas del hogar que pueden delegarse. Incluso tareas de mamá que alguien puede hacer por mi. Pero yo decidí, junto con mi marido que esa sería mi chamba. He dicho que me tiembla la mano al decir que soy 'ama de casa', pero a decir verdad, ya me anda gustando.
Mi familia está bien en Puebla. Mis hijas son niñas felices y espero que mi marido también. Soy afortunada de poder atender mi casa.
Llegará el momento de volver a la vida laboral, o no, no lo sé. Dejó de ser prioridad. Por ahora estoy en donde debo estar, donde se me necesita, más que donde se me quiere.
El campo profesional que elegí y en el que me desempeñé durante 10 años exige mucho: tiempo y esfuerzo, que hoy por hoy le pertenecen a mi familia.
Creo que debí pensarlo mejor y dedicarme a otra cosa... no sé, no sé... notaria? ccp Connie Quirós